En el Sector La Hechicera, de Mérida

En la parte alta de la meseta de Mérida, allá en el sector Santa Rosa, La Hechicera, vivía el Sr Edilio quien  tenía un bonito conuco, era un maestro jubilado y conocedor de múltiples historias de esta bella ciudad. Una mañana estaba desyerbando una siembra de maíz cuando recibió una  sorpresa , era su nieto quien lo sorprendió agradablemente. ¡Muchacho que susto me diste..! –Pensé que era un bicho que me atacaba! -perdóname abuelito!  no quería asustarte.- no te sientas mal,  que ahora estoy emocionado al verte. -Mi mamá me trajo porque quería viniera a saludarte a ti y a mi abuela. Mientras el abuelo limpiaba el conuco ,  Luisito observa un letrero vial, que dice “Sector la Hechicera” y pregunta :  Abuelo.. ¿no le da miedo que una noche le salga esa bruja? ¿Cuál bruja Luisito?
-Pues la hechicera que dice ese letrero.
Ja ja ja… no luisito, aunque  las brujas existan, no es el caso de ese aviso… Me hiciste recordar a la india Tibisay, razón por la cual se le dio ese nombre a éste sector.Abuelito cuéntame esa historia.Ven, sientate a mi lado. La india Tibisay nació allá arriba en aquella montaña que colinda con la pedregosa, ella tenía una belleza sin igual, era hija del cacique de la tribu Tatuy; los tatuyes vivían en estás tierras antes de la llegada de los españoles, cientos de años antes. Desde pequeña le enseñaron todo lo que debía saber una líder, porque ella era como una princesa, era muy veloz, inquieta y alegre; cuando cumplió la edad para casarse, se enamoró de un joven guerrero llamado Tamanaire;  se casaron, tiempo  después él llegó a ser el cacique de los Tatuyes.Abuelito, – pero ? los indios son malos? 
¡No Luisito! Eso no es así, yo tengo descendencia Tatuy; decía mi abuelo que su papá era indio Tatuy y como vez ni mi abuelo ni sus antepasados eran malos. Ellos eran agricultores, tejían sus propias ropas con fique y pieles de animales, así como sus abrigos. Tenían escuelas y eran pacíficos. Luisito, un día llegó a la meseta Tatuy, un capitán español de nombre Don Juan de Maldonado, que al contemplarla se llenó de asombro por las construcciones sorprendentes que allí encontró, exclamó:!Nunca había visto esta forma de sembrar y estas construcciones…! Se me parecen acrópolis romanos pero con techo de paja. Decidió mudar la ciudad de Mérida en el año 1.559, la cual antes había sido fundada en el año 1558 por Juan Ridriguez Suárez, en San Juan de Lagunillas. Como hubo resistencia de los tatuyes, ellos se impusieron a punta de espadas y fuego, masacrando a la mayoría de los tatuyes, que se defendían con flechas y piedras. Entre ellos murió el esposo de Tibisay, ella recogió su cuerpo y lo sepultó al lado de una choza aquí mismito cerca del río Albarregas, que en esa época no se llamaba así. Tiempo después, el 2 de mayo de 1613, traen a Mérida, a un constructor de iglesias español llamado Juan de Milla que al ver a la india Tibisay quedó enamorado de ella; el cura le dijo que era pecado enamorarse de las indias porque no eran católicas y que la belleza de Tibisay venía de la hechicería, sin embargo, Juan de Milla se obsesionó por la belleza de Tibisay. Un día Juan de Milla llegó a la choza de la india y le pidió que viviera con él, ella huyó a la montaña  y entonces Juan de Milla mandó a construir una casa colonial donde estaba la choza y la tumba de su marido Tamanaire; luego mandó un indio domesticado a decirle que esa casa sería de ella si decidía irse a vivir con él. Tibisay se negó y se fue a vivir a la montaña, llevando consigo solo un abrigó de plumas y tocando una flauta de carruzo para conmemorar a su difunto esposo. Una tarde de verano que hacía mucho calor el cielo se oscureció en la montaña empezó a tronar mientras Tibisay tocaba la flauta y de repente bajó una gran creciente que arrasó a su paso con la casa, el español Juan de Milla y sus sirvientes casi se ahogaban. Después de esto el cura y los españoles decidieron atrapar a la india Tibisay para quemarla porque decían que era hechicera, cosa que nunca lograron hacer. Y es por ello que a este lugar lo llamaron así, La hechicera, porque por más excursiones que hicieron y búsquedas con perros para atraparla, siempre se escapaba velozmente entre la neblina de éstas montanas. Luisito, sorprendido pero satisfecho por el  relato, le da un abrazo a su abuelo y le dice: ¡entonces yo también soy Tatuy y además ya sé porque éste sector de la cuidad se llama la hechicera, por la valiente Tibisay !    – !Claro¡ llevas en tu sangre y en tu memoria el linaje de Tibisay.

autor: Prof. José Morales